Debes hacer algo digno de ser escrito o escribir algo digno de ser leído

sábado, 29 de noviembre de 2014

¡¿Poe-qué?!

Poesía. Esa cosa que todos conocemos porque son como canciones pero sin musiquilla y te hacían leerlas en el cole y de qué te va a servir memorizar la canción del pirata tío si eso no sirve para nada y demás cosas que en algún momento todos hemos oído. No me malinterpretéis, me gusta la poesía. He pasado muchas horas de mi vida leyendo poesía, memorizando algunas por placer, ¡a veces incluso me he emocionado! Lo sé, gay.

Eeeeeeeen cualquier caso, llevo un tipo de "toma y daca" con mi señora novia en el que ella ha estado escribiendo (increíbles) poesías que me han gustado muchérrimo. Se le da bien a la jodía. Y yo me he dicho: "Coño, Jesús (sí, me llamo Jesús, aún no he podido cambiarlo legalmente a Tuerto), ¡pero si a ti te encanta escribir! ¡Podrías escribir poesía!". A ese efecto se le llama la envidia de pene del escritor, por cierto.

Por todos es conocida mi habilidosía con las palabrías. Se me da de puta madre, tíos. Pero me limito a escribir en clave de humor, dejando los demás géneros a su suerte (siendo justos escribo fantasía y thriller pero no os lo dejo leer porque no me pagáis). Y lo más importante, escribo en PROSA. Sí, cierto es que he tenido mi época de escribir en verso. He incluso ganado concursos de poesía con mis sonetos y mis poesiamientos, pero ese Jesús ya no existe. O existe, pero dormía. Todo es ponerse, ¿no? ¿No?

Sin más dilación, os presento a todos una poesía donde suelto mis sentimientos y esas cosas que siento por mi novia. Neruda lo hacía y la gente lo estudia, así que tan raro no será.

TL;DR: Me he currado unas rimas toh guapas pa mi piva y me pinto mu mal allí arriba para que al leerla digas "Buah pabo pero si no está tan mal".

Rima I

Una mitad encuentra a otra
y nace un sueño compartido.
Una mitad añora y espera
y anhela ese sueño con más ahínco.

Un sueño nace, un sueño complicado.
Es a la vez viaje y destino.
Es un sueño de un hombre enamorado:
Es estar juntos siempre, recorriendo el mismo camino.

Y cuando el tiempo ayude a nuestra causa
y ahuyentemos lo remotamente trágico,
que sepas que no me tomaré una sola pausa
y cada instante juntos será un momento mágico.

jueves, 30 de octubre de 2014

Palabrelatos 2: Sabotaje a la Valquiria.

Las palabras de hoy vienen financiadas por:

@Unnamed_Freak: Cinturón.
@Sigroneta: Bonsai.
@ClaraLiteraria: Médico.
@JuancaIM: Valquiria.
@NaoyaKiriyama: Sabotaje.
@RamontambienRay: Palabra.


                                                                                                                                     

-Atención a los pasajeros del Zaratustra, les informamos de que hay una brecha en el casco. Aconsejamos una evacuación rápida y para ayer, a ser posible. Muchas gracias por confiar en Espaciolineas Tigretón.

Recupero la consciencia oyendo el mensaje. Vaya, así que la nave se ha dañado irreparablemente. Eso podría ser un problema. Deduzco que deberíamos irnos, pero no encuentro al tigre que pilotaba.
Necesito descansar un momento, la cabeza me da vueltas. Me apoyo contra la pared y siento como algo es presionado por mi envidiable trasero y acto seguido me encuentro en el espacio. Así que eso era una puerta. No soy arquitecto de naves espaciales (pese a que de joven una vez me arreglé la bici), pero no me parece la mejor idea hacer que una puerta de una nave se abra tan fácilmente.

-Ah, estás ahí. -para mi sorpresa el tigre está mirándome sentado en un trozo de roca.- pensaba que no saldrías nunca. La hemos jodido, ¿eh? Lo siento, no estoy acostumbrado a pilotar con gente tan apuesta en mi nave.
-Nada que no me suela pasar, no te preocupes. Una vez una novia se distrajo mirando mis ojos y me pisó el pie con el coche. Me dejó a los veinte minutos, pobrecilla, se debía sentir muy culpable.
-Aaaaaaaaja. ¿No te preguntas el motivo por el que tu cabeza no ha explotado en el espacio, sin llevar casco ni nada?
-No, no había caído en ello. Este es el tipo de cosas que convertirían una buena historia en un enorme fallo. Son esos errores que no puedes pasar por alto.
-De hecho no sería un error, como puedes comprobar. Lo que pasa es que la NASA lleva años preparando un arma para poner bajo su yugo toda la galaxia... La llamán "El Cinturón". A los de la tierra os han contado que en el espacio moriríais para que no vengáis. Imagina lo difícil que debe ser construir algo secreto con miles de gente flotando sin problemas a tu alrededor.
-Cierto, no se les puede culpar. ¿Qué hace ese "Cinturón"?
-Tengo entendido que es una gran tira de cuero que usarán para atar planetas juntos y hacerlos chocar, imagina el daño.
-¿Y todo esto tiene algo que ver con que yo ahora esté sentado en una roca flotante a muchos kilómetros de la Tierra?
-No especialmente, pero he pensado que si te entretenía podrías pasar por alto eso.

El tigre parece sincero, así que deduzco que se pensaba que podría picar mi curiosidad con un caso como el de la NASA destructora de mundos. Pero ahora mismo estoy en medio del espacio y no tengo ni un mísero pacificador. Acto seguido le veo sacar una caja. O una pirámide. O un Octaedro.

-Eso tiene muchos lados. -digo, como quien no quiere la cosa.
-Doce, de hecho.

Si tiene doce lados puedo deducir que es un dodecaedro. Me suena de algo. Dodecaedro... Imaginaciones mías. Pero Tuerto, ¡estás on fire! Ya veo los titulares "Detective de la tierra deduce cosas en el espacio, damos la enhorabuena al primer detective espacial". Habrá que volver para gozar de la fama.

-¿Y como volvemos?- pregunto al tigre, que está rompiendo el dodecaedro.
-De momento con esto. -del dodecaedro saca una esfera extraña- Esto, amigo Tuerto, es una semilla. Pero no una semilla cualquiera, no. Dentro de esta semilla vive un ser de miles de años, más sabio de lo que jamás otro ser podrá llegar a ser.

Dicho eso introduce la esfera en una grieta de esta, por cierto, minúscula, piedra. Al momento sale un brote que impacta directamente contra el tigre, enviándolo lejos. De hecho ya no lo veo. Es decir, se puede respirar en el espacio pero sigue existiendo la inercia. Menuda gilipollez de espacio que nos ha tocado.

-Bu-buenos di-días, amigo de asteroide. ¿Te puedo llamar Amigoide? Te llamaré Amigoide.
-Hola, planta. Me llamo Tuerto, a decir verdad.
-Menuda memez. Te llamas Amigoide, que te lo digo yo, que sé mucho.
-Quería volver a-
-A la Tierra, obviamente. Soy el Sabionsai, pero los amigos me llaman Bonsai. O lo harán si lo haces tú ahora.
-Bonsai, vale, ¿cómo demonios vuelvo a la tierra?
-Hay dos opciones. Una es que apuntes muy bien, te impulses contra el asteroide y saltes hacia la Tierra. En un día o así llegarás.
-Y moriré aplastado contra la Tierra.
-No, hombre. Pero de un par de magulladuras no te salva nadie.

Prefiero no herirme. La última vez que me arriesgué perdí un ojo. Pero eso es una historia para otro día. O lo sería si yo no la supiera ya.

-¿Y la segunda opción?

El pequeño Bonsai se empieza a mover bruscamente rebuscando algo. Una vez lo encuentra me lanza una castaña.

-La segunda opción es que trabajemos juntos. Lo que te acabo de dar es una castaña que te ayudará a cumplir la misión. Necesito que pares a mi archienemigo, sabotees su nave y entonces la podremos usar para volver a la tierra. Deberías lanzar la castaña al motor de su nave y eso me dará control sobre ella.
-Eso da lugar a muchas preguntas, a decir verdad.
-Sí, sí. Que pesado eres. Mi archienemigo se hace llamar el Médico Cuando. Ahora mismo está en su nave, la Valquiria, camino a la Tierra para someterla a su pasatiempo favorito, sondas rectales no opcionales.
-Suena relativamente peligroso, ¿hay riesgo de magulladuras?
-A ver, con el plan uno tienes las magulladuras aseguradas, en este plan son opcionales si lo haces todo mal.

Hay que valorar esto, ya que en peor de los casos ese Médico Cuando podría matarme o incluso meterme objetos extraños vía anal.

-Acepto.

Mierda.

-De acuerdo, pues espera un momento y te llevo a su nave rápidamente.

Bonsai suelta sonidos guturales bastante fuertes hasta que de sus ramas expulsa un poco de moho que me impacta en la mano. Deduzco que eso no es un vehículo y me está haciendo lo que mis compañeros de universidad cuando me dijeron que esa botella era de cerveza caliente.
En realidad eso era de una peli, no fui a la universidad. Deduje que no era necesario, ya que mis capacidades innatas son inmejorables, Llevo desde churumbel detectivizando.

A continuación mi mano me estira por el espacio hasta llegar a lo que solo puedo describir como una barca en el espacio. Me agarro al lateral de la barcaza que parece estar hecha de ¿madera? Puedo ver a un hombre con bata de doc- de médico corriendo frenéticamente alrededor de un pilar, apretando botones. En el centro del pilar hay un hámster corriendo en una rueda. Eso parece ser el motor de la nave. Apunto y lanzo la castaña hacia el hámster, que se la come en un momento.

-Parece que el viejo Sabionsai ha vuelto donde le toca, pilotando la Valquiria.

Acaba de hablar el hámster con la voz del Bonsai y estoy deduciendo que es gracias a mí.

-¿SABIONSAI? Parece que estás obsesionado conmigo, amigo. Hora de sacar mi martillo sonoro.
-¡No ganarás, Médico! ¡Tengo el control absoluto de la Valquiria!

Yo sigo agarrado con una mano al borde de la barca, así que no veo muy bien lo que pasa. Se oyen un par de explosiones, un gemido, creo que una canción de Oompa Loompas y al coro del Sagrado Corazón de San Francisco. Y luego el silencio.
Cuando subo a la barca está todo en llamas, y en el centro de todo se encuentra una figura femenina que me suena ligeramente.

-Vaya, así que sí que estabas aquí, Tuerto. No se para que contratas una ayudante si luego usas al pequeño Timmy.

Ajá, sabe mucho de mí y además me suena, así que deduzco que la conozco.

-Te conozco.
-Efectivamente.
-Eres una mujer.
-Eso parece.
-¿Mi ayudante?
-Mientras me sigas pagando.

Deduzco que es mi ayudante Palabra. Es un nombre en clave, pero no quiere decir su nombre de verdad. Sus servicios me salen caros, a tarta de queso por caso, pero se lo gana. El otro día encontró a un perrete subido a un árbol. Nadie lo hubiese pensado, porque eso lo hacen los gatos. Tiene futuro.

-Eres Palabra.
-Bingo.
-No me culpes, siempre estás tras un libro. Empezaba a pensar que te llamabas "Tres sombreros de copa".

Suspira. Obviamente aliviada de encontrarme sano y salvo. Soy un portento entendiendo la psique humana.

-Ya he saboteado la Valquiria. ¿Ahora como volvemos a la Tierra?
-La he saboteado yo, aunque no sé dónde acabarán ese hámster y ese doctor.
-Es el Médico Cuando, Palabra, cíñete al copyright. ¿Volvemos ya?
-No volvemos aun, Tuerto. Debemos ir a por el Cinturón.
-Eso me suena, pero no te sabría decir.
-La NASA lleva demasiado tiempo haciendo lo que le da la gana y es hora de ponerlos en su sitio. Lo siento, Tuerto, pero voy a necesitar tu mente de detective para parar los pies a estos malvados.
-Por supuesto, Palabra. Por supuesto.

Me pasa un jet-pack y un par de bombas de sabor que me pongo inmediatamente en la boca. Marca Bubaloo, con juguito. Esta chica es una joya. Me indica que la siga.

Parece que ahora empieza lo interesante.

lunes, 27 de octubre de 2014

Palabrelatos 1: El Dodecaedro del Tigre.

Antes que nada, me gustaría explicar la sección. De vez en cuando voy a pedir palabras en tuiter (@DonTuerto) y cogeré las cinco o seis primeras como fundamento de un relato. El de hoy es del palo detectivesco "noir", pero el género es sorpresa, incluso para mí, que no veo el futuro. Todavía.

Las palabras de hoy han sido patrocinadas por:

@Unnamed_Freak : Zaratustra.
@AFNWEE : No.
@FincesaTiesa : Dodecaedro.
@Sazhuer : Tigre.
@ClaraLiteraria : Lluvia.

                                                                                                                                     

Lluvia. Miro por la ventana en silencio, esperando ver lluvia. Llevamos así un par de meses, y ya empieza a ser evidente lo mucho que los neoyorquinos necesitan la lluvia. Lo limpia todo, nuestras penas, nuestra tristeza. La sangre de nuestras manos. Por algún motivo la lluvia nos ha abandonado, y cada vez más casos que me encargan tienen por objetivo descubrir quien tiene más reservas de agua en sus casas. Es una locura.
Oigo la puerta, pero no me giro. Será el pequeño Timmy con el informe diario. Espero en silencio a que me informe. Pero no lo hace, cosa extraña.


-Timmy, ¿a qué se debe tu silencio?- pregunto sin girarme.
-Me temo que no soy Timmy, detective.

Esa voz me sorprende, no se parece en nada a Timmy, así que deduzco que no lo es. Me giro y ante mí lo que encuentro es a una mujer despampanante. De las que siempre traen problemas. De las que ya llevan un perfume que evoca a los problemas. De las que tienen los labios de color problema. Ya lo captáis.


-Tal como mi detectivesca mente lo había deducido. Usted no es Timmy.
-Exacto.
-Es usted una mujer.
-No en vano es usted detective.

Sé que sus palabras son sinceras, ya que tengo un don de gentes. Por eso elegí esta profesión. Estoy hecho para detectivizar.

-Vengo a contratarle para un caso un tanto... Inusual.
-Todos los casos lo son. No se lo creerá, pero hace poco encontré un gato que había abierto una puerta con sus patitas. ¿No es eso raro? Pequeño mamón, se creía persona.

-Muy interesante, detective. ¿Podemos ir al grano?

-Me sabe mal, pero esto es un bloque de pisos, no tenemos graner- aaaaah, de acuerdo. Sí, por favor, explique de una vez su caso y no se vaya por las ramas, mi tiempo es oro.

Acaba de suspirar de forma pesada. Pobre mujer, es obvio que lo que sea que le ocurre la tiene preocupada. Lo sé por mis habilidades detectivescas. 

-Verá. No sé si ha oído hablar de la Orden del No.
-No.
-Exacto.
-No, en serio, no sé que es esa Orden.
-Ah, discúlpeme, creía que me hablaba en el código de la Orden.
-No.
-Precisamente. Oh, nada, bueno, le explico. Sin duda se habrá dado cuenta de que hace mucho que no llueve.
-Efectivamente.
-Sé la causa. La Orden del No se ha apoderado de un antiguo artefacto llamado el Dodecaedro del Tigre. Dicho objeto descansaba en las ruinas alienígenas que se encuentran bajo el subsuelo de Nueva York.
-Todo el mundo conoce esas ruinas, señorita, no está sorprendiendo a nadie.
-Lo que le sorprenderá es que una de las naves aun es funcional. La Orden del No, una organización de gente cuyo único objetivo es el de molestar a los demás, se enteró de eso. Y encontraron el Dodecaedro de Tigre, que tiene el poder de hacer llover o impedir la lluvia mediante una tecnología llamada "presurización atmosférica". 
-Eso es una locura, está usted loca, hablando de locas locuras como una loca. Y no se invente palabras.
-Le digo la verdad, y necesito que recupere el Dodecaedro y lo devuelva a la nave. Solo entonces la nave podrá volver a su planeta y alejar el artefacto de nuestro mundo.
-¿El pago? 
-Un millón de dineuros. Más gastos. Es por el bien del mundo.

Eso son muchos dineuros, debo pensar seriamente sobre la repercusión que tal caso me podría traer y las complicaciones que podría causar.

-Acepto.

Mierda.

-Genial, aquí tiene la dirección de la Orden. Y la nave a la que debe acceder se llama Zaratustra. 
-De acuerdo, deje esto en manos del mejor detective que ha visto esta ciudad.

Me rasco sobre el parche perezosamente mientras marco el número de Timmy en mi teléfono.

-¿Sí?

Esa sí es la voz de Timmy, así que deduzco que es él.

-Timmy, necesito que me esperes en -leo el papel con la dirección de la Orden- la calle Falsa 41, con la Tercera y la Quinta. 
-Eso está hecho, Tuerto.
-Y trae el pacificador.
-... Entendido.

Cojo un taxi, desde que ya no llueve que no hace falta viajar en barca por las calles de Nueva York. Es un placer, como estar de vacaciones en Venecia, la ciudad seca. Tengo que entrar ahí con un plan. Tengo que formular un plan. Al cabo de nada llego a la sede de la Orden, donde el pequeño Timmy me espera con mi arma, el pacificador. Le quito el envoltorio y me lo pongo en la boca. Hoy es de fresa. Maldito Timmy, me conoce demasiado.


-Muy bien, este es el plan. Ve a comprarme el diario de mañana y espera en el despacho con un café caliente. Entonces recuerda que no me gusta el café y me pones una horchata en la nevera. ¿Alguna duda? 
-Lo habitual, entonces. Ahí estaré.

Veo como el pequeño Timmy se va correteando mientras saboreo el pacificador. Hora de trabajar. Llamo al timbre.

-¿No?

Oigo una voz desde el otro lado de la puerta, pero obviamente no hay nadie, cosa que deduzco gracias a su respuesta.

-No hay nadie.
-No.

Y un hombre me abre la puerta. Vaya. Parecía una astuta argucia de esta banda de rufianes, pero no contaban con mi intelecto.

-Venía a buscar el Dodecaedro del Tigre.
-No.
-¿Por favor?
-No.
-¿No me lo da?
-No.
-Que le vamos a hacer. Lo he intentado. Pues nada, no me lo dé.
-No.

Acto seguido lo veo ir corriendo al interior y sale con una caja de muchos lados, no sé cuantos, soy detective, no matemático o contable. Podría ser el Dodecaedro del Tigre. Pero como no me paro a contar también podría ser el Octaedro de la Garza. El amable grandote de la Orden me lo da.

-Vaya. ¿Seguro que no lo quiere usted?
-No.
-Ah, pues es usted muy amable.
-No.

Me acaba de cerrar la puerta en los morros, pero oye, ha resultado ser hasta humilde. Ese es mi famoso don de gentes. Tuerto, podrías haber sido político. Menudo dominio de la gente que tienes. No en vano soy el mejor detective a este lado del Nilo. Ahora debo ir a la nave Zaratustra y reenviar esto al lugar del que vino. Espero que sea más fácil que conseguir el Dodecaedro, estoy agotado. Y me queda poco pacificador. Maldita sea, que cuestan veinte céntimos de dineuro cada uno.

Tras un par de horas bajando por el famoso abismo alienígena de Nueva York encuentro las ruinas. Empiezo a buscar la nave adecuada. Aant... Afby... Antonieta II...

Al cabo de lo que parecen años llego a la última. Zaratustra. No solo aparcaban las naves en batería, sino que por orden alfabético. Suerte que mi cerebro de detective se ha percatado de eso a tiempo. Por la X. Entro en la nave y encuentro un agujero dodecaédrico, donde parece encajar la pieza que llevo. La introduzco y me dispongo a marchar cuando una voz me llama.

-Tuerto.

Me giro y veo a un tigre sentado en el asiento del piloto de la nave.

-Eres un tigre.
-Efectivamente.
-Y hablas.
-No en vano eres detective.

Hasta los animales parlantes admiran mis capacidades detectivescas. Soy un maldito genio.

-Siéntate, Tuerto, que vamos a Sgooo-10.
-Lo siento, yo me bajo aquí.
-No te oigo, he subido el volumen de la radio.

Y dicho eso arranca. El impulso me pega al sillón que tengo detrás. Tras destruir la mitad de Nueva York en el despegue salimos al espacio. De haber sabido que iba a pasar esto hubiese pedido un pago por adelantado.

Suspiro mientras observo la TARDIS por la ventanilla. Mujeres. Sabía que me traería problemas.

-No queda mucho para Sgooo-10, prepárate, que yo soy el menos bestia de todos.

El tigre esboza una sonrisa, me guiña un ojo y me envía un besito flotando. Tan distraído va que nos comemos un asteroide. Pues genial.

Puta mierda todo, maldita sea.